Conscientes: ¿qué?, ¿cómo?, ¿por qué? Y… ¿ahora?
El mundo va muy rápido. Mucho más de lo que soy capaz de comprender. Y esto, como casi todo, tiene sus pros y sus contras. A mí personalmente la velocidad en sí no es que me preocupe, quiero decir, si tengo que ponerme las pilas, me las pongo (si es por o para algo que me interesa, claro). Lo que me genera más zozobra existencial es perder la consciencia en el camino, que caigamos (yo, tú, el mundo en general) en un estado en el que nos dejemos llevar, sin darnos cuenta de que quedan atrás valores tan básicos como el respeto hacia uno/a mismo/a, hacia el entorno y hacia los demás.
Y a esto es a lo que me refiero cuando digo que para mí las marcas y sus acciones, sobre todo estas últimas, han de ser conscientes.
Como marca, pensar en el hoy, sin tener en cuenta el mañana (con toda la incertidumbre que por supuesto tiene el mañana) es un error. El mundo cambia constantemente, quiere innovación, pero innovar no ha de ser una excusa para librarnos de responsabilidades, para creernos dueños y señoras de todo lo que tenemos a nuestro alrededor.
Por suerte, las marcas pueden practicar la consciencia de muchas maneras:
- Promoviendo un consumo y una producción responsable, minimizando toda huella que puedan dejar en el planeta.
- Cuidando a las personas. Tanto a aquellas que forman parte de la empresa, como a proveedores y colaboradores, como por supuesto a la sociedad, incluidos sus públicos y sus no públicos. Es más, cuidando incluso a los que están por venir.
- Respetando las culturas, enriqueciéndose (a nivel intelectual y espiritual, no económico) de todo lo que este mundo tan diverso ofrece.
- Generando comunicación verdadera, empática, en la que se crean experiencias que conectan. No vale tener horchata en las venas ni en las estrategias.
- Siendo coherentes con lo que se hace y lo que se dice.
- Creyendo de verdad que nadie está por encima de nadie.
Por otro lado, para mí es importante aclarar que ser consciente no es sinónimo de ser aburrido o estricto, ni mucho menos. Utilizar códigos manidos, recursos insípidos, conformarse con ser un clon de otro, hacer por hacer… son cosas de las que, de hecho, debe huir cualquier marca que se considere consciente. Hay que echarle autenticidad a todo lo que se haga.
Y hay que echarla ya mismo. Hace ya tiempo (aunque siga habiendo quien cierre los ojos) se nos puso delante tomar la decisión de si queremos ser más de construir o de destruir. De sumar o de restar. De hacernos responsables de que estamos en un entorno, conectados, con su equilibrio y desequilibrio… y que nuestras decisiones tienen sus consecuencias (sí, se llama madurar). Por suerte, yo creo que cada día más marcas van cambiando su actitud, se animan a este “take a walk on the conscious side”. Y así, orbitando alrededor de la consciencia, algo conseguiremos.
Lourdes Muñoz
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